Veía el otro día el concurso "Atrapa un millón" cuando los concursantes escogieron el tema Ciencia. Toda una sorpresa, pues suele ser uno de esos temas que eluden como si se tratase de la peste. Suelen dar las respuestas primero y estas eran: "La teoría del Big Bang", "La teoría de la Relatividad", "La teoría de la evolución" y "La teoría de la gravedad". "Lemaître", "Einstein", "Darwin" y "Newton" fui murmurando mientras Sobera se preparaba para decir la pregunta: ¿Cuál de estas teorías se formuló más recientemente? "La del Big Bang", le dije a mi mujer, "la formuló un sacerdote belga llamado Lemaître". E hice mi broma habitual de que lo sorprendente de que alguien como él hubiese formulado esa teoría: ¡un belga! La respuesta era ésa efectivamente, pero para mi sorpresa Sobera citó como autor suyo a Friedmann.
Es algo habitual con esa teoría.
Desde 1915 las ecuaciones de la relatividad general de Einstein permitían explicar el universo, pero con una seria dificultad: el universo debería cambiar con el tiempo. Lo que era inaceptable para Einstein que para corregirlo tuvo que introducir en sus ecuaciones un término llamado "constante cosmológica" o cómo él mismo lo denominó más tarde el peor error de su trayectoria científica.
Desde 1915 las ecuaciones de la relatividad general de Einstein permitían explicar el universo, pero con una seria dificultad: el universo debería cambiar con el tiempo. Lo que era inaceptable para Einstein que para corregirlo tuvo que introducir en sus ecuaciones un término llamado "constante cosmológica" o cómo él mismo lo denominó más tarde el peor error de su trayectoria científica.
En 1917 el holandés William de Sitter continuó con el desarrollo del estudio del universo tomando como base la teoría de la relatividad general y en 1922 el ruso Alexander Friedmann propuso la idea de un universo en expansión, pero no completó el desarrollo. En cualquier caso, estos trabajos no tuvieron mucha repercusión.
En 1927 un sacerdote belga y profesor de la universidad de Lovaina llamado Georges Lemaître resolvió las mismas ecuaciones que Friedmann y llegó a la misma conclusión de que el universo se estaba expandiendo…
¡Vaya! Parece que los del "Atrapa un millón" estaban en lo cierto… ¡Un momento! ¡Universo en expansión no es lo mismo que Big Bang! Sigamos con la historia.
Como decía (antes de interrumpirme a mí mismo) Lemaître llegó en 1927 a la conclusión (después que Friedmann) de que el universo se estaba expandiendo. En 1930 Eddington avaló las ideas de nuestro belga y clerical amigo en una conferencia ante la Real Sociedad Astronómica. El propio de Sitter reconoció el valor del trabajo de Lemaître. En 1931, nuestro físico y sacerdote publicó el artículo "El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría cuántica" en la revista Nature, en el que proponía la teoría de que el universo se originó de la explosión de un "átomo primitivo", "huevo cósmico" o "hylem", formado por toda la masa del universo en estado de fluido nuclear denso. Llegando a publicar un libro titulado "La hipótesis del átomo primitivo".
Pero la comunidad científica acogió el trabajo de Lemaître con desconfianza y hostilidad. Un sacerdote católico con sotana mostrando la inestabilidad del universo relativista de Einstein era muuuy sospechoso: veían que podía traer peligrosas ideas religiosas acerca de la creación a un debate científico serio. Y es que la sotana de Georges les recordaba a muchos el movimiento que en el siglo XVII algunos miembros de la iglesia anglicana comenzaron en torno a la interpretación del Génesis. John Lightfoot, primero, y James Ussher, posteriormente, fijaron la creación del universo en el 23 de octubre del 4004 antes de Cristo a las nueve de la mañana. Pero los anglicanos del XVII se basaban en estimaciones sobre las genealogías que aparecen en el Antiguo Testamento, mientras que el sacerdote católico del XX se basaba en la propia teoría de la relatividad general de Einstein. El apoyo de Eddington y el trabajo de Lemaître hicieron que, en 1933 Einstein finalmente aceptase la expansión del universo. De hecho tras una conferencia en la Fundación Universitaria de Bruselas, alguien le preguntó a Einstein si creía que le habían comprendido bien los oyentes a lo que respondió:
"El profesor De Donder quizás, el canónigo Lemaître sin duda, los demás creo que no"
La buena acogida que tuvo la teoría del Big Bang entre los ambientes cristianos en general movió a agnósticos como Bondi, Gold y Hoyle a intentar, sin éxito, la teoría del estado estacionario que postulaba la generación espontánea de la materia. De hecho fue éste último, el que en 1949 se refirió a la teoría del "átomo primitivo" con el término que pretendía fuese despectivo de "Big Bang". Hasta hubo un intento marxista, de la mano de Lifshitz y Khalatnikov de proponer modelos opuestos y que dejasen la mano de Dios fuera de la creación. Ha habido hasta intentos como el del chino Fang Li Zhi de usar un universo autocreador que surge él mismo de la nada, pero… si tiene poder creador ya no es la nada. ¿No está también justificando la existencia de Dios pero a través de la vía negativa de Juan Escoto Erígena?
La cosmología del Big Bang coincide con el relato del génesis: antes del inicio del universo no había nada, ni materia, ni tiempo, ni espacio. Nada. Materia, tiempo y espacio surgen simultáneamente de un momento inicial de densidad y temperatura infinitas, singularidad pura más allá de las leyes de la física, sin que hubiera un tiempo anterior, en el que el espacio fuese un receptáculo en espera de la materia. Algo que, por cierto, ya defendía San Agustín y está en concordancia con la tradición judeocristiana. Mientras que a los antiguos griegos y a los que pretendían alejarse de esta tradición, como Maxwell, les repugnaba la idea de la nada, hasta el punto de que éste último tuvo que inventarse el éter.
Últimamente se está intentando eludir la singularidad del Big Bang a través de la cosmología cuántica de lazos con fluidos lineales. Supongo que es peligroso tratar de justificar la Fe apoyándose en la ciencia, aunque Lemaître dijo en una ocasión:
"Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión"
Sin embargo parece que el del inicio temporal no es más que uno de los argumentos que se suelen usar habitualmente para defender la posición deísta. El reverendo J. Polkinghorne (el nivel de los protestantes ha mejorado también) defiende estos cuatro argumentos:
- Argumento del ajuste fino: las constantes y las leyes de la física están ajustadas finamente para que llegue a desarrollarse vida inteligente y capaz de la acción moral. Es es algo que cabría esperar, de ser el universo producto de un Dios inteligente y bueno, pero que es extremadamente improbable en otro caso.
- Argumento del inicio temporal absoluto: El universo tiene un origen temporal absoluto, luego es contingente, luego tiene una causa. Causa que puede ser identificada con Dios.
- Argumento de la racionalidad matemática del universo: el universo muestra un orden inteligible de carácter matemático, que resulta de todo punto incomprensible desde el naturalismo, pero que puede iluminarse considerado el universo como la obra de un Dios racional.
- Argumento de la objetualidad del universo: El universo que nos describe la cosmología puede ser considerado, propiamente, como un objeto físico. Por tanto tiene una causa. Y dado que parece plausible considerar al universo como el límite de aplicabilidad de nuestras categorías, es de esperar que su causa no sea a su vez un objeto. La idea de una causa no objetual del universo concuerda con la noción teológica tradicional de un Dios incomprensible creador del universo.
Dejaremos para otro día el desarrollo de estas ideas, hoy quisiera acabar con la reivindicación de que la teoría del "átomo primitivo" que luego fue llamada despectivamente como Big Bang era de Georges Lemaître sacerdote y físico belga.
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