Lo de esta España nuestra ya empieza a estar más allá de toda esperanza. Se preguntaba Elentir en su blog, y con razón, ¿qué esperanza hay para una sociedad que acepta un drama como el del aborto? ¿Qué esperanza hay si son más importantes las tribus (comunidades autónomas o nacionalidades) que la Nación? ¿Qué esperanza hay si la economía sigue siendo lo primero? ¿Qué esperanza hay si las prebendas disfrazadas en falsas libertades priman sobre las Libertades de verdad?
Me dan miedo las siguientes citas electorales que se presentan en el horizonte. Me dan miedo porque el PP está dilapidando la confianza que se depositó en ellos incumpliendo sistemáticamente todas y cada una de sus promesas electorales y poniendo la economía sobre los principios y el cortoplacismo sobre la economía. Me da miedo porque el PSOE no se está regenerando y sigue en su camino del "o se hace lo que yo quiero o cuando me toque mandar lo cambio todo". Me da miedo porque los que están subiendo son por un lado la izquierda más radical (IU y ERC) y por el otro la nada más absoluta.
El problema no es ya que nos se den los diagnósticos adecuados a los problemas que hay, el problema es que ya no somos capaces de ver tan siquiera cuales son los problemas. Vivimos en una sociedad enferma, cansada, sin ninguna vitalidad y sin ningún tipo de valores.
El problema no son los casi cinco millones de parados, sino que en realidad no hay ni de lejos casi cinco millones de parados: el tamaño de nuestra economía sumergida asusta. El fraude y la corrupción impera a todos los niveles, no hace falta mirar a la casta política o a la casa real para verlo. Hay fraude al pagar los impuestos, fraude al declarar el IVA, al contratar. Escalamos hacia abajo la corrupción, "si el de arriba roba mejor intento pillar lo mío", y hacia arriba.
El problema no es que se destine poco a educación o a investigación, el problema es que para el uso que se le da se destina demasiado. Programas estúpidos y nuevos cada legislatura, falta de disciplina y de cultura del esfuerzo, igualitarismo en los resultados que se traduce en igualar por lo bajo. La investigación universitaria es inútil y su financiación solo consigue la perpetuación de un sistema endogámico de clanes familiares o de amiguetes.
Funcionarios arrogantes con el que tienen que servir y quejicas con cualquiera que les escuche; trabajadores por cuenta ajena poco profesionales y dados al escaqueo; empresarios explotadores y sin escrúpulos que no solo aceptan la corrupción sino que la fomentan...
Incluso instituciones como la Iglesia (la única que hace algo por atenuar la situación de muchos compatriotas) no se escapa de las críticas: pasividad ante los políticos proabortistas que no dudan en ponerse la bandera de católicos, complicidad con nacionalismos sino con terroristas y hasta los hay que no dudan en caer en el mensaje de que la economía es lo primero y tratan de aportar soluciones más o menos apolilladas.
¿Quién es pues el culpable? Los culpables somos nosotros. El culpable soy YO.
¿Qué podemos hacer? No lo sé... yo tengo miedo.
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