jueves, 29 de agosto de 2013

Siria, ¿por qué?


Parece que finalmente se va a consumar el ataque a Siria. Será un ataque con misiles desde portaaviones, que seguramente acabará escalando... pero ¿por qué ahora? 

¿Por qué no haberlo hecho cuando gobernaba el anterior dictador y padre del actual que invadió y ocupó partes del Líbano? 

¿Por qué no hacerlo cuando el anterior dictador (y el actual) apoyó, financió y a Hezbolá? 

¿Por qué nos creemos que el dictador sirio es tan tonto que en medio de una guerra que está ganando va a hacer algo que provoque un ataque inmediato de la comunidad internacional?

¿Por qué hacerlo sin mandato explícito de la ONU?

¿Por qué hacerlo en un momento cuando el ataque significa apoyo a las milicias islamistas de al-Qaeda?

¿Por qué hacerlo después de comprobar que la primavera árabe no es más que un espejismo? 

¿Por qué hacerlo cuando es evidente que los que pagarán un triunfo de los islamistas serán los cristianos?

¿Por qué el gobierno español lo va a apoyar (que lo hará)?

¿Por qué la oposición guardará un silencio cómplice?

¿Por qué el ciudadano medio verá diferencias entre este ataque de Obama y el de Bush en Iraq?



martes, 27 de agosto de 2013

Conduciendo


A lo largo de este año he conducido por carreteras españolas y por carreteras extranjeras. Concretamente en Irlanda y en Noruega, países con tasas de muertes en carretera inferiores a las de España. ¿Las causas de que eso sea así?

En España este verano he hecho un viaje de Madrid a Oropesa del Mar. Casi todo el recorrido es autovía, pero hay abundancia de tramos con señalización de obras. En algunos casos la señalización se corresponde con la realidad, hay obras, pero no las respeta casi nadie (me adelantaba hasta los camiones). En otros casos simplemente el "responsable" de turno se ha olvidado de retirar la señalización, con lo que además de ver como te adelanta todo el mundo te sientes estafado. 

También he viajado a Soria por la A-1 y los límites de velocidad en la subida al puerto de Somosierra son como para requerir explicación a los "responsables" de la DGT: ¿qué sentido tiene que la bajada del puerto y un buen tramo llano el límite sea de 80 km/h en una carretera de dos carriles con arcén y buen trazado, mientras que la N-110 con un carril por sentido y con señales de peligro cruce de animales el límite sea de 100 km/h?

He conducido por Irlanda, donde apenas hay autovías y casi todo son carreteras con muros a los lados en las que apenas cabe un coche y con ensanchamientos para que se crucen dos. Y por Noruega donde eso mismo puede ser una carretera de peaje y donde hay carreteras extremadamente estrechas con una pared a un lado, un fiordo al otro y ovejas cruzando.

¿Por qué hay menos accidentes en estos dos países que en España? ¿Están mejor señalizadas sus carreteras? No, la profusión de señales que detallan con un margen de cincuenta metros la velocidad máxima es algo ibérico (supongo que habrá muchos cuñados y primos de altos cargos con el riñón forrado a costa de las señales). ¿Son mejores sus carreteras? No, como he dicho son realmente espantosas. ¿Tienen más radares? No, por lo que he visto eso es algo hispánico también.

¿Qué es pues? La gente en esos países respeta la señalización y al resto de conductores. Con excepciones, por supuesto, pero se respetan. Y sus gobiernos los consideran adultos y no los agobian con señales. Allí no se conduce pendiente de señales o de rádares: se conduce más por las circunstancias del tráfico y con respeto.


viernes, 23 de agosto de 2013

¿El fin justifica los medios?



Dice el obispo de Santander, Monseñor Vicente Jiménez Zamora, que es injustificado excluir del sistema a los inmigrantes ilegales. Creo que se equivoca claramente. Teniendo en cuenta que el sistema sanitario lo pagamos todos, creyentes, no creyentes, ricos, pobres,... Que es algo que sale de nuestros impuestos, por lo que pagamos y por lo que esperamos recibir unas prestaciones en caso de necesitarlo. Que es algo que, sobre todo en estos tiempos de crisis, tiene unos recursos limitados. Eso me lleva a una serie de preguntas:

¿Se puede obligar a la gente a ser generosa en lo que a su salud se refiere? "Sí, usted pagó por la atención sanitaria, pero verá tenemos que atender a todos estos sin papeles con lo que sus pruebas tendrán que esperar. No se preocupe que creo que no es cáncer."

¿Qué valor tiene la generosidad obligada? ¿Era generoso con los pobres el Duque de Nottingham cuando le robaba Robin Hood? ¿Era generoso el propio Robin Hood cuando repartía a los pobres lo que no era suyo?

¿Le dijo Nuestro Señor Jesucristo al joven rico que vendiese lo que tenía y diese el dinero a los pobres o les dijo a sus discípulos que le quitasen el dinero a la gente y se lo diesen a los pobres?

Otra cuestión sería que Monseñor Jiménez propusiese que los católicos contribuyésemos a un fondo para atender en hospitales de la Iglesia a inmigrantes ilegales: eso sí sería apelar a la generosidad, lo otro es bandolerismo en nombre de una causa que uno considera justa pero que otro podría no considerarla así.

martes, 20 de agosto de 2013

Gibraltar, ¡eso no es nada!


Este verano ha estallado una tremenda polémica, la enésima, por la cuestión de Gibraltar. Entre los argumentos que se dan en favor de la razonabilidad o no de la posición española, llama la atención que los elementos antiespañoles (británicos, llanitos, nazionalistas periféricos e izquierda española) se hable del acoso a los gibraltareños. Y me llama la atención por algo que viví hace tres años.

Nos habíamos ido de vacaciones a Cádiz, concretamente a San Roque. Volvíamos de una excursión a Tarifa por la noche, cuando vimos un incendio hacia Algeciras. Un incendio bastante grande. Pronto nos dimos cuenta que, en realidad eran muchos incendios pequeños en torno a Algeciras y uno bastante grande en San Roque: ¡muy cerca de nuestro hotel!

Al entrar le dijimos al conserje que se veía fuego muy cerca que si había que tomar alguna precaución. Al principio se quedó sorprendido, salió a mirar y nos dijo: "No se preocupen... no es nada. Eso son los contrabandistas de Gibraltar que estarán metiendo tabaco o 'algo' por la playa. Provocan esos incendios para que los guardias no les molesten. Pero, no es nada".

En ese momento lo vi claro: si a los vecinos de la zona, no les importa que les quemen los montes cada vez que meten "algo" (es decir, droga) en sus pueblos, es que Gibraltar ya está perdido definitivamente para España y el único cambio terriorial que habrá ahí será el terreno que les vayamos cediento poco a poco.

jueves, 15 de agosto de 2013

De viaje por Noruega

Estas semanas de atrás he estado disfrutando de unas merecidas vacaciones. En verano solemos hacer un viaje largo y yo me encargo de preparar una guía con el recorrido que haremos, donde nos alojaremos y los horarios. Se sale un poco de la temática que he seguido en el blog pero he decidido pegarlo por si a alguno os resulta de ayuda.

La premisa del viaje de este año era hacer un recorrido por la región de los fiordos, de una manera lo más libre posible, pero yendo con agencia: lo que se suele llamar fly&drive (vuelos, hotel y alquiler de coche). Escogimos Viajerum, porque eran los únicos que ofrecían rutas que no partían y llegaban a Oslo, lo que te quita un montón de kilómetros. 

El recorrido está condicionado por los hoteles y fechas contratadas, pero te deja mucha libertad para ver cosas y meter variantes. Lo que os voy a contar es la versión que hicimos nosotros...

Antes que nada algunos consejos generales. Noruega no es cara... es carísima, cualquier cosa que quieras comprar es mucho más cara que en España. Eso incluye la comida y, especialmente, las bebidas alcohólicas. Mi consejo es llevar fiambre y queso en la maleta para la comida y la cena y hacer la otra comida de restaurante (al menos su cocina no es tan mala como otras y se puede comer buen pescado y buena carne). El tiempo va a ser malo, en agosto a nosotros nos llovió todos los días y la temperatura es, evidentemente, más baja que en España. Si vais a conducir, lo mejor es llevar un navegador para el coche con los mapas actualizados.

Día 1

Realmente se te va en el viaje de ida. Nosotros volamos a Stavanger vía Copenhague y llegamos por la tarde. Te puedes dirigir al centro en el autobús 9 que se pilla a la puerta de la terminal y que te deja en el centro de la ciudad, tras un recorrido de unos cincuenta minutos. Stavanger realmente no tiene mucho que ver: la catedral de San Svithum no tiene casi nada dentro (al ser protestante), salvo tal vez la fachada. Hay una torre del siglo XIX desde la que se controlaban los incendios (al ser de madera las casas los incendios eran muy frecuentes) y algún museo (como el del petróleo), pero por horarios no veréis nada. Toca descansar y prepararse para los siguientes días...


Nos alojamos en el hotel Thon Hotel Maritim: bien situado (justo en el centro, junto a la catedral), limpio (aunque estaban de obras en el exterior), la habitación un poco pequeña y el bufet del desayuno bastante bien.

Día 2

Nosotros aprovechamos el día para subir al famoso púlpito. Para ello tomamos el ferry a Tau (salen prácticamente cada media hora) y desde allí hay un autobús que te lleva al aparcamiento que está en la base. Es un paquete que te cuesta 250 coronas (unos 30 euros: ida y vuelta). Importantísimo llevar agua, algo de comida, impermeable, ropa seca (porque lloverá).

La subida es dura, pero no tanto. Vimos subir gente mayor, gente con niños pequeños... basta con buscar tu ritmo, mantenerlo y no agobiarte por los locales. Son un poco maleducados y tienden a presionarte para adelantarte si vas despacio y a ocupar todo el espacio disponible si vas deprisa: suben como ganado en estampida.

Nosotros, que no estamos precisamente en forma, tardamos unas cuatro horas en subir y bajar en medio de un aguacero espectacular, que sólo nos respetó en la cumbre.



La subida merece la pena, tanto por la vista que hay desde el propio púlpito, como por lo que se ve de subida: lagos de montaña, bosques y cascadas.

Día 3

Es el día que tienes marcado por la agencia para ir a Bergen en Ferry. Tienes dos opciones: madrugar o tomar el de la tarde. Nosotros optamos por madrugar pues la ciudad de Stavanger, como os decía, no tiene gran cosa que ver. Mejor dejar el tiempo para Bergen.

El ferry tarda unas cuatro horas en llegar a Bergen. 



Nosotros llegamos a la hora de comer y nos dirigimos al mercado de pescado. Lo primero que te llama la atención es que todos los camareros y los que atienden los numerosos puestecillos son españoles y que la mayor parte de la gente que ves por la calle también lo es. Es parada obligatoria de los cruceros y eso se nota.

Por la tarde aprovechamos para pasear por las casitas de madera de la ciudad antigua.

Nos alojamos en el Comfort Hotel Holberg. También bastante agradable: muy silencioso, situado cerca del casco antiguo, limpio y con un bufet de desayuno bastante bueno. 

Día 4

Subimos en el funicular Floyfjellet para disfrutar de la vista de la ciudad y luego bajamos paseando por la montaña. 

El paseo merece la pena y no es nada duro. De hecho se podría hacer también la subida andando. Aprovechamos para atravesar la ciudad y nos dirigimos al otro lado de la ciudad a Damsgard para ver una casa Rococó construida en madera.




Día 5

Es el primer día en el que dispones de coche (como en otras ocasiones no nos dieron el coche que pedimos, sino uno superior, más grande e incómodo de conducir por las carreteras noruegas. Por cierto el límite máximo es 80 kilómetros/hora, aunque la mayor parte son de 70 km/h. Y no os extrañéis de encontrar carreteras de peaje por las que apenas pasa un coche con ensanchamientos cada cierto tiempo para poder cruzarse con el tráfico que venga de frente.

Rompimos un poco la ruta que te proponen y no nos dio tiempo de ver lo que teníamos previsto.

Nuestra primera parada eran las cataratas de Steinsdalsfossen (en Kvam, con coordenadas GPS 60º22’15” N 6º06’10” E). Tienen 50 metros de altura, están junto a la carretera y se puede acercar uno hasta caminar por detrás del salto de agua. Al parecer las visitaba todos los años el Kaiser Guillermo II. Son 73 kilómetros y una hora y seis minutos de viaje desde Bergen.




Seguimos hasta el pueblo de Voss, donde aprovechamos para descansar y hacer algunas compras. Había un mercadillo con puestos de distintos países europeos, una curiosa iglesia de madera y tiendas. Son 79 kilómetros y una hora y veinte minutos desde la anterior parada. 

Nuestra siguiente parada fueron las cataratas de Tvindefossen (60.726083129 N 6.4861824924 E). Están a 12 kilómetros y 17 minutos de Voss. Las cataratas están junto a la carretera, tienen 110 metros de altura y son uno de los lugares más visitados de Noruega.



Desde allí nos dirigimos a Gudvangen. Muy cerca se pueden ver las catarata de Kjelfossen (60º52’29” N y 06º 51’ 43” E). Las vimos desde la carretera (desde la E16, al oeste de la entrada del tunel Gudvanga), son varios saltos encadenados, el más largo de 149 metros y en total 840. Son 35 kilómetros y tardaremos 30 minutos.

Mi idea era ir hasta Borgund, pero nos dimos cuenta que no nos daba tiempo cuando estábamos en Laerdal. Pero al menos se puede ir hasta ese pueblo, de esa manera se ve el pueblo de Flam (no subimos en el famoso tren), el túnel de carretera más largo del mundo y la iglesia vikinga de Undredal. Como alternativa (que no hicimos), se podría ir a la iglesia vikinga de Vik.




En Gudvangen teníamos que coger el ferry que nos llevaría hasta Kaupanger en un minicrucero de dos horas por el fiordo de los Sueños. El billete del ferry se puede comprar por internet, de hecho, es más que recomendable pues iba lleno. Hay dos al día y nosotros tomamos el de las 17:25 que llega a las 19:35 a Kaupanger. Se podría haber tomado el de Laerdal, que tarda unos 20 minutos en llegar, pero el minicrucero merece la pena. ¡Hasta se ven marsopas!



 Nos alojamos en una cabaña en el Kaupanger Ferienpark. Las cabañas son geniales y el sitio está muy bien para ir con niños. En este caso sí que cenamos en la cocina del hotel y, aunque era cara, se podían hacer elecciones más económicas y aceptables.

Dia 6

Aprovechamos para ver varias iglesias vikingas. Primero la de Kaupanger, ya que la teníamos junto al alojamiento. Es del siglo XII y edificada sobre otra anterior que quemó el rey Sverre.



Desde allí marchamos a Urnes (en vez de usar el ferry que te lleva desde Solvorn) fuimos bordeando la carretera del Lustrafjorden. Las vistas son espectaculares, pero la conducción es difícil.


Y desde allí nos dirigimos a Borgund. Por la carretera que va hasta Lom, llegamos hasta Turtagro (en realidad es solo un  hotel) y allí nos desviamos por una carreterita de montaña (de peaje) que lleva por un paisaje espectacular hasta Ovre Ardal. Finalmente, por carreteras normales hasta Borgund.


Esta fue la única iglesia que visitamos por dentro. No tienen gran cosa, lo limitado del espacio y la fiebre iconoclasta de la reforma no dejaron mucho en el interior para lo que te cobran por la entrada. Pero esta sí merece la pena visitarla. La iglesia es del siglo XII y tiene inscripciones rúnicas (una en honor de San Olaf y otra con el Ave María).
 

De vuelta tomamos el ferry desde Laerdal, para ahorrarnos toda la vuelta. Para acabar la tarde aprovechamos para bajar paseando hasta la playa en el fiordo.

Día 7

De nuevo tomamos la misma carretera, pero esta vez seguimos hasta Lom. Aunque con una variante: al llegar a Galdbygde tomamos la carreterita que sube hasta el Galhopiggen (el monte más alto de Noruega). La carretera de subida quita, literalmente, el aliento.

Arriba hay, sobre un glaciar, una estación de esquí. Se puede pasear por los alrededores y visitar un túnel que se adentra en el glaciar. Nosotros nos limitamos al paseo.


Ya por la tarde, bajamos a Lom: un pueblecito de madera con su iglesia vikinga correspondiente.


Día 8

De camino hacia Loen donde nos alojaremos, nos desviamos hacia el glaciar Jostedalsbreen concretamente a la lengua del Brikdalsbreen (61.704197 N, 6.704407 E). Desde Kaupanger son 100 kilómetros y un par de horas de coche. Habéis leído bien, entre las carreteras y los límites de velocidad cualquier recorrido es una odisea. 

Dejamos el coche en el aparcamiento del camping y subimos paseando. Existe la opción de usar unos coches pequeños llamados trollcars, pero eso es para guiris.


La subida es muy suave y agradable (pasa junto a un salto de agua que según la dirección del viento te moja sí o sí) y permite llegar hasta un lago al pie del glaciar. Nosotros aprovechamos para comer en un merendero que había cercano.

Desde allí al hotel en Loen, en concreto el Loenfjord Hotel. La habitación muy bien y la comida del restaurante espectacular (de cara y de rica). 

Por la tarde aprovechamos para ir hacia la catarata de Ramnefjellsfossen que en coche está a 14 kilómetros y 17 minutos. Es la tercera catarata más alta del mundo con más de 800 metros, el tramo más largo de 600. Está en 61º 47’ 23” N y 6º 57’ 59” E.

Vierte sus aguas en el lago Lovatnet, justo en el punto en el que sendos desprendimientos de rocas mataron a más de 100 personas en desprendimientos que se produjeron en 1905 y 1936. La carretera sigue después de un peaje hasta otra lengua del glaciar Jostedalsbreen. El peaje refleja el civismo de los (por otra parte antipáticos) noruegos: dos cajitas, en una dejas el dinero del peaje y en otra coges el tíquet.


Día 9

Es, realmente, nuestro último día y nos toca viajar hacia Alesund. Nos desviaremos para pasar por la carretera de los trolls (Trollstigen en N62°30'16.8", E7°40'45.7" 62.504667, 7.679361). Fuimos por Stranda, aunque se puede hacer la ruta pasando por el mirador de Dalsnibba. En cualquier caso las vistas de la ruta que escogimos nosotros también eran espectaculares.

Lo mejor fue la carretera de los Trolls: una subida con curvas, vueltas y revueltas, que ya me gustaría ver en una carrera ciclista. Han instalado unos miradores desde los que se puede disfrutar cada detalle de la subida.




Son 293 kilómetros y 4 horas y cuarenta minutos hasta Alesund. Allí nos alojamos en el Quality Hotel Waterfront. La habitación muy limpia y confortable, aunque la disfrutamos poco. Alesund no tenía mucho que ver a la hora que llegamos y nos limitamos a pasear y relajarnos.


Día 10 

La vuelta... poco más que contar. Tres vuelos, con escalas en Oslo y en Frankfurt. En resumen, un viaje muy recomendable, pero caro. Vamos de esos que haces una vez en la vida y ya.