sábado, 23 de marzo de 2013

Ser Santos




Creo que era el cardenal Fulton Sheen el que decía que no se puede ser santo más que en un mundo en el que se pueda ser un pecador. Y es que si bien es cierto que solo podemos ser santos mediante la gracia Divina, no es menos cierto que el aceptar esa gracia o no, es una cuestión personal.

¿A qué viene esto? Al artículo de Manuel Morillo en infocatólica. Aunque entiendo y comparto la vehemencia de sus críticas en el caso de temas como el aborto, la hipocresía de la casta política o el relativísmo, creo que se pierde en cuanto entra en cuestiones económicas y sobre todo en cuanto se menciona la palabra liberalismo. En el artículo que menciona se centra en el uso que hace el Corte Inglés de determinadas fiestas cristianas mientras que al ejercer la libertad de horarios. Entiendo su crítica, pero creo que se equivoca en lo más importante que es que el problema no es que se abra o no en festivo, es que los festivos ya no significan nada para mucha gente. Ni siquiera lo sería que esas empresas hagan trabajar a sus empleados en festivo, de hecho, muchos de esos empleados probablemente estén encantados de tener un trabajo. Sí podría serlo que esas empresas impusiesen horarios que impidan asistir, pero sospecho que ese no es el caso. 

Hace algunos años me tocó irme a trabajar a Londres. Se trataba de la instalación de una aplicación y aprovechábamos los fines de semana para hacer las instalaciones de lo que se iba desarrollando entre semana. Me busqué una iglesia católica con un horario de misas que me resultase asequible y no falté al precepto. Si se quiere se puede, y en situaciones como la actual en las que el trabajo es casi un objeto de lujo, se puede entender esta iniciativa (y en algunos casos hasta agradecer). Sí que acierta al indicar que los católicos no deberíamos comprar en esas fechas como una manera de honrarlas. Como decía al comenzar sólo se puede ser santos en un mundo en el que se pueda ser pecador, el tratar de cambiar eso es inútil, es mejor cambiarse a sí mismo y buscar la propia santidad en las circunstancias de la vida. Que el trabajo que tengo me obliga a trabajar en festivo y no puedo buscar otro trabajo, pues a apañármelas y a tratar de ver la manera de santificar la fiesta. Que puedo cambiar a otro trabajo, pues cambiar. Pero el impedir que otros, para los que esa fiesta no significa nada, puedan ganarse el pan me parece hasta cruel.  

En fin que, al menos no es como lo de esos descerebrados que aprovechan la más mínima ocasión para ponerse en ridículo, bien a costa de los bienes o del IBI de la iglesia. Es la historia de Robin Hood al revés, pretender robar a los pobres para dárselo a los ricos...

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